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2001:UNA ODISEA DEL ESPACIO: MÁS ALLÁ DE LA EXISTENCIA

  • Guillén Palacín
  • 8 ago 2024
  • 4 Min. de lectura

por Guillén Palacín

David camina por la nave
Fotograma: 2001: Una Odisea del Espacio (1968)

2001: Una Odisea del espacio es un paraíso sensorial, una combinación de música e imágenes que consiguen una especie de aburrimiento placentero. Es una obra que lleva a la reflexión y a la satisfacción, es una película completamente diferente, una ironía sobre el ser, una perspectiva sobre la religión, una deshumanización de las personas, una crónica vital inigualable. 


Al finalizar la película, existe en nuestro interior el mismo vacío que existe en el espacio. Nadie es capaz de afirmar que ha entendido todo, quizás no haga falta entenderlo todo. Kubrick lanza muchas preguntas que seguramente nadie sea capaz de responder. Además , entre su extensa y profunda reflexión filosófica y humanística, también destaca una perfección técnica, en la que se exhiben efectos especiales avanzados a la época y cantidades ingentes de belleza.


La lectura del film aclamado como la mejor película de Ciencia Ficción de la historia, tanto por visión popular como por críticos, es interminable, pero entre sus principales temas podemos destacar tres: el origen de la vida, la religión y el hombre contra la máquina.


EL ORIGEN DE LA VIDA

El primate rompe huesos con un hueso
Fotograma: Una Odisea del Espacio (1968)

La película comienza explorando el origen de la vida y de la inteligencia humana. Observamos a una serie de primates convivir en su entorno natural. Son una especie de proto-humanos y llevan una existencia rudimentaria, centrada en actividades básicas como comer, dormir y disputar por recursos. Este retrato inicial de la vida primitiva es esencial para establecer el punto de partida de la evolución humana. 


Mientras los primates continúan con su vida al ritmo de Strauss, un monolito aparece como signo de inteligencia, de creación, parece casi una deidad. Este monolito sirve para unir todas las etapas de la humanidad que muestra la película. El monolito transforma a los primates, que comienzan a usar herramientas. En este caso utilizan un hueso para golpear otros objetos o seres. Este acto que muestra una humanidad primigenia, define la diferencia de los humanos respecto al entorno y el origen de la vida inteligente. 


Es entonces cuando se produce un momento icónico, mítico, seguramente la elipsis más conocida de la historia del cine. Un hueso tirado al aire se convierte en una nave espacial y Kubrick sintetiza la existencia humana en apenas cinco segundos. Esta elipsis culmina un inicio brillante, idóneo, simbólico e irrepetible. 


LA RELIGIÓN

Los primates observan el monolito
Fotograma: Una Odisea del Espacio (1968)

El film de Kubrick tiene un tinte religioso, desde el monolito al embrión final. A pesar de que es imposible definir un único significado para el objeto más importante de la película, uno de los posibles sin duda, es que es una especie de deidad. El monolito llega y cambia la humanidad completamente, los primates al principio se quedan admirando al objeto, para después permutar en seres inteligentes capaces de usar herramientas. 


La película muestra a los humanos como microbios insignificantes que se mueven al son de algo más grande, sea el monolito, el embrión o unos seres inteligentes que le otorgan a la humanidad, poco a poco pequeñas dosis de inteligencia hasta llegar a un nivel superior. El final de David Bowman  es una síntesis de la vida, parece una especie de paraíso. Cuando el astronauta abandona ese lugar parece reconvertirse en un humano con dotes divinas, un ser superior. Como si aquellos seres superiores o esa especie de Dios le hubiese aportado otro granito de arena a la humanidad.


EL HOMBRE CONTRA LA MÁQUINA

David contra HAL
Fotograma: Una Odisea del Espacio (1968)

En 2001 también podemos observar un duelo entre hombre y máquina, en el que la inteligencia artificial parece ser incluso más humana que la persona que le hace frente. El mítico HAL, un ordenador inteligente que maneja a sus anchas la nave, tiene un pequeño error y destripa algunos planes a los astronautas que no debían conocer. Al no saber solucionarlo, intenta de manera casi infantil olvidar su error. Todo termina en un desenlace terrible en el que HAL mata a casi todos los tripulantes de la nave. Solo queda vivo David Bowman, que es capaz de resarcirse y desconectar a HAL. La escena de la “muerte” de HAL desprende una humanidad brutal: el miedo a la muerte y el intento de sobrevivir, algo que parece imposible que sienta una máquina. Por otra parte, los astronautas se muestran casi como autómatas, sin corazón, ni sentimientos. Kubrick reflexiona sobre la progresión humana y sobre el desarrollo de la inteligencia artificial. Estos sucesos concluyen en una cuestión sobre qué es ser humano, una pregunta casi imposible de responder. 


MÁS QUE UNA PELÍCULA, UNA EXPERIENCIA

Luces psicodélicas
Fotograma: Una Odisea del Espacio (1968)

Más allá de las reflexiones humanas y filosóficas que ejecuta Kubrick en 2001, la película es una experiencia visual y auditiva fuera de lo común. Durante el metraje existe un ritmo pausado, sin casi fuerza narrativa, en ocasiones parece un documental sobre el espacio o un documental sobre primates. Sin embargo, Kubrick logra conmover a base de imágenes y música. El significado es algo tan abstracto e inexplicable que te dejas llevar desde el sillón, como cuando sigues el ritmo de la música. Una Odisea del Espacio genera una admiración involuntaria. Como ejemplo perfecto existe el viaje final de Bowman, en el que un torbellino de asombrosas luces psicodélicas  sirven como un estímulo abrumador, casi celestial.


Kubrick logro cambiar el tablero de juego de la ciencia ficción, con una obra majestuosa, grandilocuente y extremadamente filosófica. El director estadounidense fue capaz de crear una experiencia sensorial más allá de la pantalla, una película que deja caer la baba, que asombra y a la vez atropella. Una obra sin precedentes, magia tras los fotogramas.


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