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ANORA: CENICIENTA EN EL PROSTÍBULO

  • Guillén Palacín
  • 7 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 8 nov 2024

por Guillén Palacín

Las Vegas
Fotograma: Anora (2024)

Una nueva historia sobre un rico y una prostituta, un puñetazo en la boca a los "pretty woman". Anora es una triste historia escondida tras una desternillante comedia negra. Tras su impactante final, los créditos básicos y simples, sin música, son un navajazo en el corazón del espectador. Por mucha fiesta, tecno y neones que aparezcan, las dos horas y media de película no dan lugar a la felicidad. Todo acaba en un pozo tanto en lo material, como sobre todo en lo espiritual.


Hay unas grandes actuaciones para unos geniales personajes, originales dentro de su estereotipo. La torpeza en ocasiones camufla el dolor. Las caretas van bajando hasta darnos cuenta de que solo existen los ricos y los no ricos. Lo que para algunos es un juego, para otros es la vida. Una gamberrada de un niñato puede arruinar la vida familiar y personal de varias personas. Todos deben bailar al ritmo que marquen los jefes, por no llamarlos dueños. Al principio, los empleados de la familia rusa parecen mantener una distancia o diferencia con Anora, sin embargo resultan ser lo mismo. No son parte de la familia, por lo que no cuentan para nada.


Destaca la visión de Sean Baker. Decide no ejercer una crítica desde la superioridad moral. No busca sobrevolarnos a todos desde el cinismo, sino que simplemente muestra desde las entrañas las carencias de la sociedad. Como en otras de sus cintas, también hay lugar para la honestidad, con un personaje salvoconducto para huir de lo terrible y desgarrador.


Sabe hacerte disfrutar en la pena para terminar con un mazazo demoledor. Muestra la excesiva dependencia del dinero y el desconsuelo del que no lo tiene. Su grito final es un golpe sobre la mesa sobre los sueños, el amor y el existir. Sin duda, Anora es una de las películas del año.







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